martes, 17 de mayo de 2016

SEGUIMOS REFLEXIONANDO...

Buenos días.

Estoy muy satisfecho de haber realizado este curso, por varios motivos. Uno de ellos de índole personal, ya que mi labor docente tiene fecha de caducidad: me voy a jubilar el 31 de agosto próximo. Me planteé si era lícito que yo privara de una plaza a un compañero o compañera  más joven, que fuera a continuar enseñando en los próximos cursos. La verdad es que el planteamiento del curso me resultó tan atractivo, que me dije que, por encima de la consideración aludida y otras, iba a solicitarlo (que fueran otros los que me lo denegaran, y no yo mismo).  Por otra parte, detesto esa imagen que dan algunos compañeros –que van a jubilarse- de estar de vuelta de todo, de no comprometerse a nada con la peregrina excusa de que les falta poco para jubilarse. Me dije también que tenía derecho a vivir mis últimos meses en la profesión activado y con la ilusión de aprender cosas nuevas. Es un poco de lo que nos decía Virginia en la presentación del curso: hay que presentarse a clase como supermanes, dispuestos a afrontar los retos con decisión y coraje. Y tiene toda la razón: la actitud hace milagros: te implicas, implicas a los demás, les contagias tu entusiasmo, las cosas van saliendo, el alumnado y el profesor salen de la clase satisfechos...


Por otra parte, ¡qué bueno ha sido para mí que mi compañera experta, Beatriz, me abriera su aula de par en par! Para eso, se necesita generosidad y humildad. Es como alguien que te ofrece hospitalariamente su casa y te invita a comer. Y, ya dentro, poco a poco, vas observando, anotando, empapándote de un clima, un ambiente, una manera de trabajar, haciéndote partícipe de un centro que te abre sus puertas y sus moradores te reciben con los brazos abiertos y te brindan su sonrisa. Maravilloso. Un cuento de hadas, pero real. Así, por lo menos lo he vivido yo. Creo firmemente que se debería fomentar esta cultura colaborativa entre docentes. Como dice un compañero de mi centro de trabajo, o hacemos cosas juntos o esto de la enseñanza cada vez tendrá menos sentido... Y, por fin, contrastas lo que observas con tu práctica docente; y ves que hay muchas cosas que el profesor experto y el profesor observador hacen de forma parecida, pero que él o ella aplica variantes que a ti, como observador, te resultan muy interesantes y que –si las introduces en tu clase-van a mejorarla. Ello da mucho sentido a lo que estás haciendo y te proporciona mucha confianza en ti mismo. Sí, ya no eres un extraterrestre, aislado en tu aula, lo que estás haciendo tiene una razón de ser, y se puede mejorar, y a ello te aplicas, y buscas recursos nuevos para utilizar en tu aula que copias de otros o investigas por tu cuenta. Y las ganas de enseñar  se renuevan. Y te sientes gratificado y útil.

 (Os adjunto la dirección del blog donde voy plasmando esta experiencia, con intención de seguir manteniéndolo: http://cosasdelfaustina.blogspot.com.es/ ).

Por Luis Antonio profesor observador del CEA Faustina Alvarez García ( León)

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